Se presenta sin aviso y rompe el monótono tic-tac del péndulo suspendido en el tiempo.
De repente tu sonrisa y tu llanto se me hacen presentes y -sin palabras- hablo de nuevo contigo.
Quisiera transmitirte el cariño que leí en los ojos tuyos que lloraban la mudez de tu voz.
Me duele el vacío de tu ausencia; pero no temas, no sufras: estoy feliz de abrazarte de nuevo -aunque sea en sueño, en recuerdo, en homenaje.
Te brindo la voz de mi mano, que relee en voz alta el amor que nos une, siempre.
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